Cuando hablamos de una dieta saludable, generalmente pensamos en reducir las grasas trans, el azúcar y las calorías vacías. Pero hay otro aspecto importante que a veces pasamos por alto en el cuidado de nuestra salud, el exceso de sodio. Sí, ese ingrediente que encontramos en la sal de mesa y que se ha convertido en un aliado inseparable de nuestros alimentos.
La verdad es que el sodio es esencial para nuestro cuerpo, pero como todo en la vida, el exceso puede ser dañino. Con el auge de la comida rápida y los alimentos procesados, hemos aumentado considerablemente nuestro consumo de sodio, y eso puede acarrear serios problemas para nuestra salud.
Una de las afecciones más notables relacionadas al consumo excesivo de sodio es la hipertensión arterial, es decir, la presión arterial alta. Cuando nos excedemos en el consumo de sodio, nuestro cuerpo retiene más líquidos, lo que provoca un aumento del volumen de sangre en nuestras arterias, resultando en una presión arterial elevada. ¡Y cuidado! Es necesario considerar que la hipertensión es un factor de riesgo importante para enfermedades cardiovasculares como ataques al corazón y los accidentes cerebrovasculares.
Pero eso no es todo. El exceso de sodio puede ser un enemigo silencioso que también daña directamente los vasos sanguíneos, facilitando la formación de placas de colesterol y empeorando aún más el panorama cardiovascular.
Nuestros riñones son los encargados de regular los niveles de sodio en nuestro cuerpo. Sin embargo, cuando nos excedemos con el sodio, les damos una tarea ardua de eliminar el exceso a través de la orina. A largo plazo, esto puede causarles daño y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades renales crónicas.
Desgraciadamente, el exceso en el consumo de sodio también tiene un impacto negativo en nuestros huesos. Un consumo elevado de este elemento resulta en una mayor pérdida de calcio en la orina. Y si esto ocurre de manera constante, nuestros huesos pueden debilitarse y estar más propensos a padecer de osteoporosis y fracturas.
Existen maneras de controlar el consumo de sodio y proteger nuestra salud. ¿Cómo? Aquí van algunas recomendaciones prácticas:
- Presta atención a las etiquetas: Fíjate en la información nutricional de los alimentos y elige aquellos bajos en sodio. Los alimentos procesados, los embutidos y los snacks salados a menudo tienen altos niveles de sodio, así que es mejor evitarlos o consumirlos con moderación. La Secretaría de Economía en conjunto con la Secretaría de Salud, han implementado la Norma Oficial Mexicana NOM-051-SCFI/SSA1-2010, en esta, los fabricantes de alimentos y bebidas no alcohólicas tienen la obligación de resaltar mediante un sello aquellos alimentos que contienen sodio en cantidades no recomendadas para la salud.
- Cocina en casa: Preparar tus propias comidas te da el control total sobre los ingredientes, incluyendo la cantidad de sal. ¡No subestimes el poder de las hierbas y especias para darle sabor a tus platillos sin recurrir a la sal!
- Sé prudente con la sal: La cantidad diaria recomendada para un adulto sano es de aproximadamente 2,300 miligramos de sodio (¡equivale a una cucharadita de sal!). Reducir gradualmente la cantidad de sal que agregas a tus alimentos puede ayudarte a acostumbrarte a sabores más naturales.
- Prefiere alimentos frescos: Escoge opciones naturales y frescas en lugar de los alimentos procesados. Las frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras son excelentes alternativas para una dieta equilibrada y baja en sodio.
En resumen, el exceso de sodio en nuestra alimentación puede ser un verdadero peligro para nuestra salud. Pero si somos conscientes y tomamos decisiones más saludables, podemos proteger nuestro corazón, riñones y huesos, y tener una vida más plena y saludable. No olvides que siempre es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de hacer cambios drásticos en tu dieta. Cuídate y disfruta de una vida llena de bienestar. ¡Tú puedes!
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